Tuesday, February 03, 2009

Ecuador en el extranjero

En la reciente gira de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil por España e Italia se cancelaron tres de los ocho conciertos planificados. Uno de ellos en Barcelona. Precisamente este año se celebra en el Auditorio de Barcelona el ciclo “Músicas Latinas 2009” como un homenaje a los inmigrantes en Cataluña. Constan Colombia, Perú, Brasil, Cuba y México, pero no está Ecuador en esa programación, siendo su comunidad una de las más importantes de Cataluña. Incluso improvisando a último momento podía haberse presentado en ese ciclo el Julio Jaramillo Sinfónico, pero este concierto fue el que se canceló en la gira.
Una auditoría debería esclarecer a qué se debieron las tres cancelaciones, quiénes son los responsables y cuáles son las pérdidas económicas y, no menores, las culturales. Los organizadores explicaron que se debió a un retraso en los pagos a la Sinfónica de Guayaquil por parte del gobierno. Sin embargo, habría que destacar algo de otro alcance: la absoluta falta de proyección, en términos reales, de los conciertos realizados. En Barcelona una persona cualquiera no podía comprar las entradas porque se manejó como un espectáculo de circuito cerrado. Es decir, no se vendieron entradas. El día de los conciertos no salió ninguna noticia en las agendas culturales y en los días siguientes tampoco salieron notas relevantes en los principales diarios catalanes. Se invitó a la comunidad ecuatoriana, a algunos periodistas y el resto fueron invitaciones de circulación restringida. Aún así no se llenaron todos los teatros, como bien reportó El Universo, que cubrió la gira.
Hay que alegrarse si el presupuesto ecuatoriano permite financiar conciertos gratuitos de Julio Jaramillo y Tchaikovsky para la comunidad ecuatoriana en el extranjero. Pero si no es así, y se manejan fondos culturales para hacer demagogia con los ecuatorianos en el extranjero en tiempos de elecciones, entonces hay que agudizar la crítica y ver qué es lo que está ocurriendo con la cultura y el papel que se le está dando: si se busca una verdadera participación de los artistas en el ámbito internacional o si es una moneda de cambio. Los ecuatorianos merecen que sus artistas no vayan a modo de relleno o por cumplir.
Parte de este problema también radica en los funcionarios de la diplomacia. Los gobiernos de turno que han manipulado al cuerpo diplomático, improvisando embajadores y cónsules que no son de carrera, afectan la atención que merece la cultura en el extranjero. Este gobierno no es la excepción, e incluso sería bueno saber si los consulados y embajadas no se están convirtiendo en discretos puestos para amigos o copartidarios, o incluso idílicos retiros, marginando a los verdaderos profesionales del cuerpo diplomático. Un profesional de la diplomacia sabe –debería saber– que la cultura artística es un valor, no sólo representativo o testimonial, sino un activo cada vez más importante para configurar el imaginario que se tiene de un país. Esto facilita en el extranjero la recepción futura de sus ciudadanos. No basta con que se difunda a medias el arte ecuatoriano. Hay que darlo a conocer de manera efectiva, creer con convicción en él y respetarlo en todas sus manifestaciones.
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Leonardo Valencia
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El Universo (Ecuador), 3 de febrero de 2009

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