Tuesday, January 06, 2009

Telmo Herrera en París

Más de un ecuatoriano ha recorrido el noreste del octavo distrito de París buscando el número 26 de la calle Cardinet, donde vivió Montalvo los últimos años de su vida. En diciembre, la calle es desolada frente al resto del bullicio parisino. Yo no lo sabía, a pesar de la advertencia del fotógrafo argentino Daniel Mordzinski, con quien me había citado a la entrada del cercano parque Monceau. Luego de explicarle mis razones para caminar por allí (¿se puede explicar un fetichismo literario?) me sugirió ir a un sitio “con más vida”. Me quedó resonando su frase quizá porque los homenajes al pasado, realizado o incumplido, descuidan la promesa del presente.
Precisamente por recorrer los lugares de Montalvo no pude llegar ese día a la obra teatral que el escritor ecuatoriano Telmo Herrera ha montado en el pequeño teatro Neslé, en Saint Germain de Prés. Así que también le expliqué a Mordzinski, sabiendo de su afición por fotografiar escritores, quién es Telmo Herrera, que lleva viviendo más años que él en París, desde la década del setenta, y que no perdiera la oportunidad de fotografiarlo. De hecho, años atrás, lamenté no llevar una cámara conmigo cuando me encontré con Herrera al pie del Pompidou: me sorprendió su larga barba y su sonriente bicicleta en medio del alboroto turístico del Marais.
Herrera dará mucho que hablar este año. Lleva meses preparando una obra teatral del recientemente fallecido nobel inglés, Harold Pinter. En unos meses saldrá en Ecuador su nueva novela “El cura loco y las treinta y siete vírgenes de Santa Rosa”, que ya fuera publicada en Francia en 2005, escrita originalmente en francés. Herrera es nuestro Nabokov: tiene la destreza para escribir en otro idioma y luego, de vuelta, reinventarse en el nuestro. He recomendado su novela “La cueva”, que también en este año saldrá reeditada en la colección de novelas de la Biblioteca de la Municipalidad de Guayaquil, y que nos da las razones de exilio de un ecuatoriano el día anterior a su partida. Autor torrencial, Herrera es un contador de historias nato con un talento para dar giros de humor a sus novelas. O a las obras de teatro que lleva a escena, como la que pude finalmente ver en el Neslé, “Un air de famille”, basada en una historia de Agnès Jaoui.
En silencio, Herrera hace su obra, y los reconocimientos le llegan, siempre en el extranjero. En los próximos meses se le dedicará toda una semana de homenaje en Ginebra, abarcando sus distintas facetas de escritor, pintor y actor. Lo que me intriga es el deseo de Herrera de dejar póstuma su novela “El pájaro exótico” donde cuenta sobre la llegada a París de un ecuatoriano y la dureza de la adaptación. Ojalá que con Herrera no ocurra como con algunos manuscritos de Montalvo, que esperaron años después de su muerte para publicarse. Quizá estas líneas quieren evitar el riesgo de pérdida o destiempo. La peripecia es que, en el mismo edificio donde vive Herrera, dos incendios estuvieron a punto de acabar con sus escritos. No tardemos en leerlo: el fuego ronda lo que escribe.
.
Leonardo Valencia
.
El Universo (Ecuador), 6 de enero de 2009

Labels: , , , ,